Reseña de The Clothes They Stood Up In – Alan Bennett con deliciosas púas


★★★★☆ El humor es delicioso, como era de esperar, pero también hay una veta de crudo dolor. Esta adaptación de la fábula de Alan Bennett sobre una pareja de mediana edad cuya existencia Pooterish se ve repentinamente alterada es una prueba más de que es un error pensar que nuestro mejor escritor vivo es tan tranquilizador como una buena taza de té.

Publicada por primera vez en la London Review of Books en 1996, The Clothes They Stood Up In podría no parecer material obvio para una obra de teatro. Sin embargo, el actor Adrian Scarborough ha tejido hábilmente un guión -actualizado para incluir referencias a TikTok y similares- que evoca la aguda narración de Bennett incluso cuando nos presenta a dos personas, el señor y la señora Ransome, que no son especialmente introspectivos ni elocuentes.

Una noche, después de una visita a la ópera, los esposos regresan a su piso, cerca de Regent’s Park, en Londres, y descubren que ha sido desvalijado. Todos los objetos, hasta el papel higiénico, han sido retirados. ¿Habrán sido víctimas de un crimen o de una broma cósmica?

Scarborough y su compañera de reparto, Sophie Thompson, están excelentes en el papel de la desconcertada pareja. El pomposo Sr. Ransome -que tiene un toque del capitán Mainwaring de Dad’s Army- consigue sacar carcajadas de líneas tan simples como «Soy un abogado». Sin embargo, si él es la figura dominante en la sociedad, es su esposa la que mejor se adapta a su nueva vida despojada. La voz de Thompson puede ser un poco implacable, pero transmite hábilmente el lento florecimiento de la vida interior de la señora R.

Es imposible describir la trama sin desvelar nada: no es la primera vez que en un cuento de Bennett, el sexo se esconde bajo los modales decorosos. Todo lo que añadiré es que, en la nítida producción de Adam Penford, Scarborough ha ampliado sutilmente algunos aspectos de la historia. El comerciante local, el Sr. Anwar (interpretado por el genial Charlie De Melo), adquiere mayor importancia y hay una encantadora rutina cómica con la consejera (Natasha Magigi) enviada por la policía displicente. Al igual que De Melo y el también trabajador Ned Costello, Magigi asume varios papeles, entre ellos el de recepcionista de lengua afilada.

El diseñador Robert Jones ha creado un interior de colores pastel desvaídos sobre una plataforma que se mueve de un lado a otro. Algunas de las otras escenas se desarrollan en la parte delantera del escenario. Hubo un momento en la segunda parte en el que me pregunté si Scarborough no había estirado demasiado la delgada narración. Pero la historia te retiene hasta el final, aunque la solución al rompecabezas de los muebles desaparecidos pueda parecer aún más abrupta que en la novela. Añadir el estándar On A Clear Day (You Can See Forever) al final del espectáculo es un error – los primeros fragmentos de Mozart son más apropiados – pero sigue siendo un espectáculo totalmente imprevisible.


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